jueves, octubre 06, 2005

La Poesía Vibración superior del ser -Carlos Gómez Doorly-



Papel presentado por Ike Méndez



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La Poesía
VIBRACION SUPERIOR DEL SER

Por Carlos Gómez Doorly
Especial/Areito

Ciertamente, la poesía es un efluvio misterioso que
nos arropa totalmente como vitalmente lo captó don
Pedro Mir. Ciertamente la poesía deviene ciencia del
lenguaje, lengua fantástica o real como esencialmente
la captó don Víctor Villegas. Es la realidad otra.
Ciertamente, Unamuno, Manuel del Cabral, y Chahín
sienten la poesía como un modo total de ser, vivir y
morir, agregaría yo, que dependiendo siempre del grado
de conciencia del ser, del poeta en acción.

En un antipoeta, la poesía puede ser un substrato
alucinado y loco, pero un poeta vital se convierte en
esencia reflexiva que se torna pan de vida. El poema
intuye “metafisiquea”, razona, siente, palpa, sueña y
es la maquina procesadora de los contrarios de Hegel
para dejarnos una síntesis mágica: el arte, la poesía.

El poeta superior, el artista superior medita hasta el
silencio mismo, extrae de sus propias entrañas la
poesía, que no es simple sociología. El antipoeta es,
en cambio, la exaltación de Satán, es la pasión
desbordada, es la letra del fastidio, de la negación,
inventario de lo fatal. Ser poeta es difícil, porque
es un don que reta o interpreta a lo divino y al
hombre. La poesía puede ser el espejo vacío, tal y
como es la vida a ratos, o como nos parece ser el
espejo. Zaratrusta sintió el ser y la poesía desde el
lo alto, lejos del “mundial ruido”, donde también se
esconde la poesía. Dios hizo al mundo con el verbo,
heredó ese verbo el Cristo, lo toman prestado los
poetas de Oriente y Occidente, aunque no sean
creyentes.

La muerte es la sombra no reflejada del Absoluto y por
eso no debe preocupar tanto al poeta. El ser vive hoy
y vivirá mañana, esa es la única constante. El poema
es la visión acabada o inacabada del ser y de las
cosas.

La nada es el silencio total en nosotros, o es la
muerte aparente del ser., el poeta debe trascender la
nada, integrando al silencio vital y ser él mismo
parte esencial del Absoluto.

El poema, ciertamente, es un artófago devorador de
imágenes rotas, de su propia imagen, “imagio dei” en
miniatura.

El poeta es el yo soy actuante en función de la
palabra salvadora, penetrante, transformadora de
ellos, del todo.

La poesía es y debe ser el Om mandalico circular, y
recurrente en el sentir del hombre. Lazo, palabra de
amor a Dios y a los hombres.

La poesía fue salmos, versículos, fuente inspiradora
de unión a lo divino. Los poetas que quisieron ser
malditos la convirtieron en la excrescencia del ser y
de las cosas. La vida no es una excreta, es el
antipoeta el que se complace en navegar sobre los
derechos.
Cada poeta se siente dueño de la poesía, de su poesía
y tiene derecho.

La poesía crea el tiempo, su propio tiempo de instante
en instante.
La poesía no es estática. Ella misma, aún escrita, se
transforma.
La poesía no es estática. Ella misma, aún escrita, se
transforma.
La poesía es su propio significante y significado, el
mundo existe por la luz de ella, los que captan su
sombra son la antítesis de la misma.

El amor es una constante, la muerte no, es pasajera.
La poesía ciertamente es la cosa en sí, en todas las
dimensiones soñadas y reales.
Ese temblor del Verbo en nosotros es la palabra
eterna, recurrente mágica., es ritmo pautado y a su
vez libre del Eterno en nosotros.
La poesía es síntesis del Verbo, mía, tuya y del otro.
La poesía tiene por continente y contenido al Cosmos
mismo, y algo más.
La poesía no es una simple estructura o semiológica
particular.
La poesía es el reino de lo inmanente, de lo que se
ve, pero que no se ve.
La poesía es auto creatividad todo el tiempo, como voz
preferida del Eterno, más allá del Tiempo

TOMADO del periódico Hoy
Domingo 10 de mayo de 1998